La santidad

Me encantan unos zapatos tenis cafés que tengo, son cómodos, se ajustan muy bien a mis pies, no necesitan amarrarse; pero tienen un problema, son viejos, rotos y huelen un poco mal, aunque me gusta usarlos he llegado a una conclusión al respecto, debo botarlos.

He querido usar esta ilustración para referirme a la santidad, esa santidad que Dios demanda, de la cual el apóstol Pedro hace constante referencia en sus cartas. El reto es ser santos porque Dios es santo. Así como yo debo de dejar de usar ese zapato viejo y mal oliente, hay actitudes que debemos desechar porque desagradan a Dios.

En las cartas de Pedro encontramos algunos elementos a considerar para ejercitar una vida de santidad.

Desechar todo comportamiento que no sea santo, nos da la idea de que hay costumbres inapropiadas que el creyente debe procurar alejarse de ellas, desecharlas significa abandonarlas, dejar a un lado, de ahí que los cristianos deben ser santos porque Dios es santo y en él no hay maldad.

Abstenerse de deseos carnales, de tal manera que todo aquel nacido de nuevo se guarda de pecar; se mantiene alerta ante cualquier impulso interno que lo motive a satisfacer los apetitos que la naturaleza caída quiere provocar.

Purificarse de los antiguos pecados, esto denota limpieza; recordar constantemente que la gracia y misericordia de Dios a través de la sangre de Jesucristo, limpia de todo pecado. Cristo es quien libera de la esclavitud del pecado y conduce a una vida de santidad.

¿Por qué es tan difícil mantener una vida de santidad?
Dos razones puedo observar en las cartas de Pedro: Obediencia y sujeción. Un texto clave de esto es: Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.

Obediencia plena a Dios.
“Temed a Dios”, ¿Dónde está ese respeto que se le daba a cada elemento de la liturgia del culto?, la gente no muestra reverencia en las reuniones congregacionales, se distraen con el teléfono, hablan mientras se expone la Palabra, y luego le echan la culpa al Predicador por que no se preparó.
Temer a Dios no es mostrar miedo, como quién teme a un león que lo devorara; aunque a mí ver tiene un poco de implicación puesto que Dios es Justo, Santo, Puro; y sus promesas de juicios sobre el pecado son verdaderos y se cumplen, debemos temer ante tal sentencia.

Y qué decir de los “ministros de la iglesia”, cabellos largos, tatuajes, calzonetas, a la hora de la reunión, quizá alguien diga que es anticuado; pero soy de la “vieja escuela”; donde el pastor nos pedía usar corbata y saco en las reuniones congregacionales, mínimo decía él: “camisa de vestir”; y ni imaginarnos que la dejáramos por fuera.

Ulrico Zwinglio dijo: Así pues, los cánticos en el templo y el predicar mucho, pero sin devoción y solamente para ganar dinero, son cosas hechas buscando la alabanza  de los hombres o por mero afán de lucro. Dios libre el corazón de aquellos que servimos en la iglesia que nuestros anhelos sean engrandecernos y desobedecer a Dios.

Sujeción los unos a los otros.
Esposos a esposas, a las autoridades superiores, empleados a sus jefes. Es decir todos honrándonos como a Cristo, y esa es la palabra importante en este asunto, qué nos ponemos bajo la autoridad y subordinación de otros como al mismo Cristo, como un soldado a su general.

La sujeción involucra amor en el hogar; respeto mutuo entre cónyuges
, ¿Qué sucede con las parejas de hoy; tratándose con palabras y acciones despectivas? Por más confianza que una pareja llegue alcanzar, las palabras que desacrediten el uno al otro no deben pronunciarse. Y ni mencionar llegar a los golpes, todo esto no agrada a Dios y no va de acuerdo a la santidad.

¿Por qué la gente se pasa semáforos en rojo, hace burla en redes sociales de los políticos, pastores y líderes; y muchas faltas de respeto más? Porque no les gusta sujetarse a ellos, las autoridades han sido establecidas por Dios, debemos sujetarnos a ellas. Actuar así es demostrar que procuramos la santidad. Cristo nos ha dejado ejemplo de santidad, siendo humano no pecó, y diligentemente de la misma manera cada alma comprada con Su sangre, buscara tener una vida aprobada en santidad delante de Dios.

Que sea nuestro actuar, como el de Cristo, que sea nuestro hablar como el de Cristo, nuestros padecimientos como los de Cristo, nuestra santidad como la de Cristo.

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